El señor Ramón Enrique regresa a las 2 y 30 a sus labores cotidianas y termina hasta que caiga el sol. Usualmente venden todo lo que llevaba consigo, de esta forma vuelve a su hogar contento y feliz. Agradece a Dios por los conocimientos que le ha consebido acerca de las plantaciones. Le pide a Dios que le brinde muchos días más de vida y entusiasmo, con el fin de dar lo mejor en la tierra y a las personas que lo rodean.
Ramón Enrique Rodríguez es un agricultor que es admirado por los demás por su forma de ser y por su perspectiva de observar la vida. Es un ser humano que posee mucha fé en Dios y que ha valorado la tierra como un trabajo digno del hombre.