Llega a la casa de Alsacia y se alimenta por segunda vez, la comida típica dominicana no le puede faltar: arroz, habichuela y carne. Si hay un día que no observa en su mesa la bandera pues se siente que no ha comido nada.
Luego, reposa en su asiento acomodado de tejas y alcochada de algodón y espera a que le den en las afueras de la casa lo que heredó de su padre del cultivo, el café. Por cierto puro, ya que así de esa forma es que lo mantiene despierto.
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